Vivir como Jesús: Amor, Obediencia y Poder

La Biblia dice que somos como Jesús. Y si somos como Él, debemos seguir su ejemplo.

“En este mundo somos como Jesús.” — 1 Juan 4:17b

“El que afirma que permanece en él, debe vivir como él vivió.” — 1 Juan 2:6

identidad con propósito

Jesús enseñaba en la sinagoga, evangelizaba fuera de ella y se retiraba a orar en intimidad con el Padre. El resultado fue una vida marcada por obediencia, servicio y obras de poder.

Yo he decidido seguir su ejemplo: enseñar adentro, evangelizar afuera y orar en lo secreto.

El modelo de Jesús: obediencia antes que popularidad

Su éxito no se basaba en la popularidad, sino en la obediencia. Jesús no vino a hacer su propia voluntad; Él mismo lo dijo con claridad:

“Yo no puedo hacer nada por mi propia cuenta; juzgo solo según lo que oigo, y mi juicio es justo, pues no busco hacer mi propia voluntad, sino cumplir la voluntad del que me envió. […] Las obras que el Padre me ha encomendado que lleve a cabo, y que estoy haciendo, son las que testifican que el Padre me ha enviado.” — Juan 5:30,36

Su identidad se basaba en su relación con Dios, no en su posición ante los hombres. Su obediencia brotaba del amor profundo que tenía por el Padre, y sus obras eran producto de ese amor, no al revés. De hecho, esa fue la base de su preparación en el desierto: no hacer obras para afirmar su identidad. Y cuando llegaba la tentación, se retiraba a solas a orar (Mateo 4:1-11; Juan 6:15).

El llamado de Pedro: amar lo que Él ama

Así como Jesús vivió obedeciendo por amor, también confrontó a Pedro sobre su amor, no solo con palabras, sino con un llamado claro a la acción.

Jesús le preguntó tres veces: “¿Me amas?” Y cada vez que Pedro respondía, demandaba cuidar lo que Él amaba: “Apacienta mis ovejas”. Porque el verdadero amor se refleja en acciones que buscan cumplir los anhelos del corazón del ser amado.

Ese amor es el que debe impulsarnos hoy, porque solo al amar como Él amó, podemos dar con excelencia todo lo que somos (1 Corintios 13:13).

Jesús se enfocaba en su objetivo

Jesús tenía muy claro su objetivo:

“Debo anunciar las buenas noticias del reino de Dios... para esto he sido enviado.” — Lucas 4:43

“¿Y acaso voy a decir: ‘Padre, sálvame de esta hora’? ¡Si precisamente para esto he venido!” — Juan 12:27

Estas palabras son el testimonio de alguien completamente enfocado, que entrega frutos cuantificables (Mateo 25:23; Lucas 19:17).

Isaías 49:2 declara que Él ha hecho de nuestra boca una espada afilada y nos ha convertido en una flecha pulida, guardada en su aljaba y preparada para este tiempo.

No se puede alcanzar un blanco sin antes conocerlo, ni se puede dar en el blanco sin apuntar directamente a él.

¿Sabes para qué has venido?

Muchos conocen la tarea o rol específico que deben realizar y la manera en que lo deben desarrollar, pero pasan por alto al Espíritu Santo o aún no han definido su misión claramente, incluyendo el fruto específico que Dios espera de sus obras.

Jesús abrió el rollo del profeta Isaías y encontró allí su misión:

"El Espíritu del Señor está sobre mí,
por cuanto me ha ungido para anunciar buenas noticias a los pobres,
proclamar libertad a los cautivos,
dar vista a los ciegos,
poner en libertad a los oprimidos,
proclamar el año del favor del Señor.”
— Lucas 4:18-19

Luego declaró:

“Hoy se cumple esta Escritura delante de ustedes.” — Lucas 4:21

En la declaración de misión de Jesús, vemos:

  • El cómo: el Espíritu Santo y su unción (sin Él, nada podemos lograr — Hechos 1:4; Números 14:42).

  • El qué: proclamar las buenas nuevas.

  • El para qué: sanar, liberar y restaurar.

  • A quién: a los pobres, los cautivos, los ciegos y los oprimidos.

Este blog no me alcanza para mencionar todos los milagros que Jesús hizo mientras cumplía esta misión durante sus tres años de ministerio aquí en la tierra.

“Jesús hizo también muchas otras cosas, tantas que, si se escribiera cada una de ellas, pienso que los libros escritos no cabrían en el mundo entero." — Juan 21:25.

Y no solo eso, ¡Jesús dijo que nosotros haríamos aún mayores cosas que estas! (Juan 14:12)

Oración final

Mi oración es que Dios nos revele nuestra misión particular para este tiempo. Que cada día nos parezcamos más a Cristo: en amor, en obediencia y también en obras de poder (1 Juan 2:6).

Pido que podamos posicionar nuestro corazón en su cruz, y que comprendamos cuán ancho, alto y profundo es el amor de Cristo, para que seamos llenos de toda la plenitud de Dios (Efesios 3:14-21). Que vivamos en todo nuestro potencial, pues la creación espera con ansias la manifestación de los hijos de Dios (Romanos 8:19).

Que Él mismo grabe en nuestros corazones nuestra identidad de hijos, para que no operemos más en condenación ni en temor, y no busquemos nuestro valor en cosas externas ni en posiciones humanas, sino en la libertad de ser hijos de Dios, la cual Cristo compró en la cruz por nosotros (Romanos 8:16-17); y así, nuestra alegría sea completa (Juan 16:24).

Que no temamos incomodar, si es necesario volcar algunas mesas por causa de nuestro celo por la casa de Dios, y que vivamos por encima de la opinión popular (Juan 2:13-15). Que siempre busquemos obedecer a Dios por encima de los hombres (Hechos 5:29), y que su Espíritu se manifieste plenamente en nuestras vidas y a través de ellas (1 Juan 2:4-5), para que el mundo lo conozca (Juan 17:23).

Que sigamos su ejemplo, para que lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a una humanidad madura, que se conforme a la plena estatura de Cristo (Efesios 4:13).

Jesús entendía los retos que todo esto conlleva, de hecho, oró para que, si era posible, se le evitara la copa del sufrimiento; pero su descanso no vino por evitarla, sino por cumplir hasta el final la misión que se le había confiado.

Él creyó —y sigue creyendo— en nuestro potencial para el Reino, y desea que tú y yo también podamos llegar al final de nuestras vidas y decir, como Él:

“Todo se ha cumplido”  Juan 19:30

En el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Amén.

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