Después de la Cruz

El Informe de la Lista Mundial de la Persecución (LMP) 2024 revela una realidad desgarradora: más de 365 millones de cristianos en el mundo viven bajo persecución. Esto significa que aproximadamente 1 de cada 7 cristianos enfrenta hostigamiento, violencia o discriminación simplemente por su fe. Esta es una crisis global que afecta todos los continentes, desde la represión en Corea del Norte hasta la violencia en África Subsahariana, recordándonos la constante lucha de muchos creyentes por profesar libremente su fe.

En Latinoamérica, y en particular en Colombia, esta realidad también es palpable. Los cristianos que buscan promover la paz y se oponen a la violencia son frecuentemente amenazados por grupos armados y criminales. Líderes cristianos, sobre todo en áreas controladas por guerrillas y narcotraficantes, enfrentan persecución, desplazamiento y violencia. Aunque el contexto colombiano puede no ser tan severo como en otras regiones, la presión y el riesgo son reales.

Si has sentido el llamado de Dios a llevar su mensaje, es probable que también experimentes oposición y dificultades. Tal vez tu misión no esté en una “zona roja” o en un lugar de conflicto, sino en tu trabajo, en tu familia o en tu universidad. Sin embargo, el impacto de tu testimonio es igual de poderoso en el ámbito espiritual y valioso para Dios, lo cual puede atraer persecución.

La Estrategia del Enemigo y la Respuesta de Jesús

Algo que he aprendido en mi camino como evangelista es que una de las armas más usadas por el enemigo es la acusación. A menudo, utiliza personas y situaciones para desprestigiar a aquellos que viven para glorificar a Dios. El enemigo sabe que tu vida glorifica a Dios y teme el impacto de tu testimonio.

Entonces, ¿cómo deberíamos responder? Jesús vivió la persecución en el nivel más profundo y doloroso, y nos enseñó con su ejemplo: respondió con silencio. Isaías 53:7 dice:

"Maltratado y humillado, ni siquiera abrió su boca, como cordero fue llevado al matadero, como oveja que enmudece ante su trasquilador, ni siquiera abrió su boca."

Jesús no se defendió, sino que permaneció en silencio, confiando en la justicia de Dios. En momentos de prueba, es natural sentirnos solos o incluso abandonados por Dios, como Él mismo expresó en la cruz:

"A las tres de la tarde, Jesús gritó con fuerza: —Eloi, Eloi, ¿lema sabactani? —que significa “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” (Marcos 15:34).

Sin embargo, Dios me ha revelado algo importante: lo que te hacen a ti, se lo hacen a Él. Jesús pidió perdón para sus perseguidores porque ellos no comprendían lo que estaban haciendo. Esa es nuestra mejor respuesta ante la oposición: orar por aquellos que nos persiguen.

La Promesa de Dios: Victoria y Recompensa

Después de soportar la prueba y la persecución, viene la recompensa y el lugar de autoridad. El Salmo 110:1 nos muestra la promesa de Dios:

"Así dijo el Señor a mi Señor: «Siéntate a mi derecha, hasta que ponga a tus enemigos por debajo de tus pies»."

  1. Dios te pondrá en un lugar de mayor autoridad después de la prueba.
    "Jesús se acercó entonces a ellos y dijo: —Se me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra." (Mateo 28:18).

  2. Dios mismo pondrá a tus enemigos debajo de tus pies.
    No es tu lucha, sino la de Dios. Nuestra labor es mantenernos firmes y responder como Jesús.

Al pasar por la prueba y la persecución, hazlo con la mirada puesta en el gozo que te espera al otro lado. Hebreos 12:2 nos recuerda la actitud de Jesús:

"Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios."

Conclusión

La persecución y las pruebas forman parte de nuestra vida como seguidores de Cristo. Aunque el sufrimiento sea intenso, debemos recordar que no estamos solos y que Dios es quien pelea nuestras batallas. Sigamos adelante con confianza y paz, sabiendo que Dios honrará nuestra fidelidad y que la recompensa eterna supera cualquier adversidad que podamos enfrentar.

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